viernes, 12 de octubre de 2012


La ficción no puede superar la realidad.


El Mundo, 12 de octubre de 2012.

 En montones de ocasiones, la ficción se atisba como fantasía convertida por unos momentos en realidad aparente, nos sumergimos en los sueños de lo irreal y podemos sentir realmente lo que no es de verdad. Lo malo es no querer despertar. Hay quienes opinan que la fantasía de la ficción es únicamente esto, sueños hechos realidad para aquellos que les encanta ser soñadores; otros creen que a la ficción sólo le hace falta un poco de tiempo para que se haga realidad. 

 La Ciencia y los avances tecnológicos han hecho de la ficción un mundo nuevo al cual explorar, del cual pueden surgir buenas innovaciones que nos permitan vivir bien, nos hagan pasar un buen rato de ocio o hagan de nuestros sueños una realidad viva. Pero surge aquí una gran problemática, y es que:

"No es bueno sumergirse en los sueños y olvidarse de vivir"

 Mi noticia habla de una de estas veces en las que los sueños producen monstruos, una noticia con influencia histórica y que, en una película, tratará de hacer una verdadera crítica a aquello que llamaremos Ciencia, de cómo aquello que hacemos y deshacemos a nuestro antojo se puede volver en contra de nosotros mismos, cómo tener el poder no significa ganar siempre, cómo a veces es mejor no realizar determinadas acciones. A partir de un fósil de ámbar donde se halla un mosquito petrificado que conserva la sangre de un dinosaurio del cual se extrae su ADN y se consigue clonarlo desde el laboratorio. 

Con esto quiero tratar un tema que, a mi propio juicio, nos afecta en las decisiones presentes que han hecho de nuestro futuro un mal augurio del pasado. Profecías que no se cumplen, las culpables de aquellos que utilizan el poder (bastante bien justificado, para qué engañarnos) y nos sumergen en una pesadilla disfrazada de los sueños que tenemos, que se vuelven contra nosotros sin quererlo, que hace de nosotros seres defraudados que perdemos la confianza y la esperanza en un mundo en el que cada vez los sueños se hacen menos realidad.


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